Cuando Cris y Sara se van de excursión con el colegio, Pippo se prepara para recitar a la perfección el ansioso discurso de la madre de los chicos.

Cuando la oscuridad parece que no acaba, Pippo y Palla se dan cuenta de que no están en la casa y que tal vez han sido secuestrados. ¿Terminarán como el atún Filippo? ¡Descúbrelo!

Mientras asisten a una discusión entre los padres de la casa, Palla le confiesa a Pippo su temor de que un potencial divorcio de los padres pueda llevarlos a la alcantarilla.

Un verano demasiado caluroso lleva el caos a la familia y mucho entretenimiento para Pippo y Palla. Veamos de qué se trata.

Mientras los chicos se lamentan de la paga que reciben para ir al colegio y planean un huelga, Palla recibe otra llamada en el teléfono que se tragó cuando estaba en el consultorio del doctor.

Mientras Chris no ve el momento de comer una pizza junto a Margherita, Palla comparte con Pippo algunas fotos de su aventura amorosa con Sardy.

Mientras Sara tiene problemas con su relación sentimental y su apetito, Palla comparte con Pippo la historia del móvil que un día se tragó.

Cuando los miembros de la familia comienzan a delegarse la responsabilidad de dar de comer a los peces y se corre el riesgo de no recibir nada, Palla apela a sus reservas y a sus trucos.

Mientras que Palla le enseña a Pippo a tirarse pedos, Chris viene acusado injustamente del mal olor que hay en la habitación.

Sara lee en el periódico que hay un pez asesino que se come a los peces de los acuarios. En un momento dado toda la familia señala a Palla pero afortunadamente las noticias en la televisión cambian el rumbo de la historia.

Mientras Pippo escucha música marina con sus conchas, Palla se preocupa por todos los extraños ruidos que está conociendo en su nueva casa.

Pippo y Palla son dos peces que se acaban de conocer. Si bien es cierto sus propietarios están felices de dar un amigo a Pippo, la primera conversación entre los habitantes del acuario deja ver ya algunos malos entendidos.