El Commissario, con la valiosa ayuda de Lara, se acerca cada vez más al descubrimiento del asesino de Charles Ferrant y el vagabundo. Sin embargo, parece que el culpable no solo es uno...

Otro cuerpo sin vida es encontrado y Manara comienza a pensar que el Conde tal vez no es en realidad una víctima más.

Después de que una situación inesperada jugara a favor del destino fatal de Manara y Rubino, emergen nuevas pruebas acerca del caso que sigue el Comisario.

A pesar de no tener la orden para inspeccionar la hacienda de Cioni, Manara decide echar un vistazo. Sin embargo, dos feroces perros bull terrier obligan a Manara y Rubino a esconderse en un camión de carne, algo que terminará empeorando las cosas y forzará a la inspectora Rubino a buscar una solución inesperada.

Mientras Manara y Rubino le hacen preguntas a Cioni, el vecino y rival del Conde, Toscani descubre una importante información.

Las cosas se complican: Un coche robado que atropella a un borracho, un conde desaparecido, una cantina llena de sangre y un francés desconocido. ¿Podrá el comisario Manara resolver este enredado caso?

La tía de Lara visita a Malvina, la ama de llaves del Conde. Mientras esto sucede, el perro de la tía descubre una potencial pista en el cubo de la basura.

El comisario y Lara interrogan al enólogo del Conde Lapo, una de las últimas personas que tuvo contacto con el desaparecido.

Durante la primera inspección a la cantina, los investigadores encuentran manchas de sangre. Mientras Lara espera la llegada de la policía científica, Manara vuelve a su oficina y trata de recordar qué fue lo que pasó con Lara cuando estudiaban juntos.

El comisario Manara llega a examinar el cuerpo del anciano que está en la carretera. Después de ello, llama a la inspectora Rubino quien decide dejar atrás la fiebre y ponerse en marcha.